lunes, 11 de noviembre de 2013

CAMBIO DE PARADIGMA


A su ritmo y jugando…

La idea conceptual de la frase hecha “Cada maestrillo tiene su librillo” se referiría a la elección que hace un profesional a la hora de elegir entre la variedad de métodos existentes cuando se trata de enseñar a un niño a leer y escribir. De todos los métodos, el último en llegar a las aulas es el constructivista.
Ya en el colegio, los niños se encuentran en un entorno en el que el lenguaje es la herramienta para interactuar con sus iguales y con sus profesores.
De esta manera, a menudo los niños se encuentran con problemas de conceptualización y de manejo del lenguaje, como consecuencia de estar sumergido en una comunidad letrada y preocupada por saber leer y escribir y no utilizar estas funciones como herramienta comunicativa. Hoy día los niños no tienen la posibilidad de utilizar el lenguaje escrito en su totalidad, puesto que el sistema educativo carece de los aspectos que engloban al lenguaje como tal. Algunos expertos apuestan por obviar los métodos de lectoescritura (el global y el tradicional) y buscar un aprendizaje más natural. Ante esta realidad, vemos conveniente que los docentes desarrollen las diversas funciones del lenguaje como son: representación, expresión, comunicación y habilidades básicas (saber escuchar, saber leer, saber escribir y saber expresarse).
Puesto que la lengua escrita y la lengua oral representan las dos caras de la misma moneda, nos resulta relevante tener en cuenta que tanto la comprensión como la expresión deben incluirse en la enseñanza de la lengua escrita. Eso es precisamente lo que prioriza el método constructivista, que respeta el ritmo madurativo del niño y que parte de la base de que aprendemos a leer y escribir para comunicar. Vivimos en un mundo de palabras y textos, por lo que el niño cuando llega al colegio, ya tiene conocimientos previos de alguna de ellas y ya es un lector, aunque no conozca el  código. Y no sólo eso, en este mundo hay mucho tipos de textos y todos diferentes: carteles publicitarios, noticias de periódicos, subtítulos de películas... por eso, un profesor que aplique este sistema no trabajará únicamente con un tipo de escritura, sino con todas, y con todo los alumnos. Así, le invitará a leer recetas de cocina, postales, listas de alumnos, un cuento...
Desde el primer día, al niño se le invita a leer y a escribir como “los mayores”. Y él lo hace, apoyándose en imágenes e interpretando el texto a su manera. Por supuesto, luego el profesor se pone a su lado y lo hace correctamente. También se le anima a que busque las letras que conoce y las palabras que ya ha visto antes.

 




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