Matilda es adoptada en
una familia donde la motivación y el cariño brillan por su ausencia. Rodeada de
un entorno sociocultural pobre y de pocos recursos educativos, Matilda
demuestra, una vez más, que necesitamos interactuar con el entorno para seguir
aprendiendo de las experiencias surgidas.
Según Piaget, el niño
no almacena conocimientos sino que los construye mediante la interacción con
los objetos circundantes y es aquí donde queremos destacar la importancia de
aprovechar las actividades y rutinas del día a día para que los niñ@s aprendan
a leer y a escribir.
Es importante que en
este aprendizaje, como es la lectoescritura, l@s niñ@s vayan relacionando la
información nueva que les llega con la que ell@s mismos poseían reajustando y
reconstruyendo ambas informaciones.
Vigotsky
afirma que detrás de cada sujeto que aprende hay un sujeto que piensa. Por esto
mismo, y usando a Matilda como comparación, vemos como ella misma indaga y se
busca sus propias experiencias para entender que la lectura tiene una función
más allá de ser un puñado de letras juntas, es ahí cuando entiende que leer y
escribir tiene una función: comunicarse.
El
interés que tiene Matilda respecto a los libros no es compartido por sus padres
adoptivos, los cuales han hecho caso omiso a la educación de la niña. Y bien,
¿cómo puede influir esto en l@s niñ@s? Que el entorno no favorezca la lectura
como es el caso de Matilda, da lugar a una desmotivación personal de l@s niñ@s
provocando un gran desinterés en este aspecto. Los padres deben saber que el
entorno proporciona mucha estimulación: carteles, televisión, objetos, mercados
y que no necesariamente han de encontrarse con un libro para descubrir la
lengua escrita.
No se puede pensar que
los niños estén motivados a leer y a escribir si no viven experiencias de leer
y escribir. Por lo tanto, desde pequeños, se debe leer y escribir para ellos,
para que ellos también quieran hacerlo. El niño aprenderá a través de la
imitación y la participación en actividades propias del adulto que la lectura y
la escritura no es un objeto únicamente escolar, sino un objeto cultural.
Concluyendo, al igual que l@s niñ@s aprenden el lenguaje oral no por un machaque sistemático, silabeando o aislando fonemas sino que lo aprende utilizándolo como comunicación, se debe enseñar la lengua escrita con este mismo fin.
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